viernes, 19 de abril de 2019

Habitarme

Estaba en mi cuarto esperándome  para habitarme.
Esa ternura que rebalsa y se prende fuego al mismo tiempo como una lava que renace en cada pétalo de mi vientre. Repito, con este canto me habito, como el sonido de estas teclas que me acalambran por seguir, que me despiertan en el paralelo de un mundo que olvido, y que encuentro cada vez que vuelvo a esa tiniebla, como si esas nubes que me nublan tendrían que ver con el traspasar el polo de un cinefilo desconsuelo, para llegar al fin a en abril, en ese mes mas hermoso, el mejor, en esa estación mas hermosa, la mejor, al momento creativo que me inunda, el patrón del año gregoriano, el patrón de los años bisiestos, mugre y calma, flores caídas en las mielinas de mi mente.
En cada respiración me pesa mas el pasado, como el cangrejo que no quiere avanzar pero lo hace. Ese no crecer y envidiarme en las alturas, ese pesar que se vuelve conmigo misma un animal. Si, esa fiera que esta en paz que aveces tiene que defenderse, aveces tiene que explorar, aveces tiene que agitar sus garras para construir una casa. Habitarme. Me vuelve a encontrar en las misma situación pero mas elevada, como si fuera un critico de arte poniendo precio a esa obra en construcción, una que nunca llega al montaje total, una que entiende el porque del presente, y aunque pinte arriba del mural construido, el mural sigue estando, separando la brújula del viento.
Encarnecida en una pasión única, repetible pero no exactamente. Repetible por mi, no por los demás.
Busco, encuentro, y renuevo mi vestuario, como si la carne se pudiera cambiar. Fabrico mi propia coraza, como si esas flores que temblaban en invierno en verano quisieran estallar, y en abril, si este abril, se largaran a volar, esos pétalos al vacío cayendo, de un suelo a otro, como dimensiones energéticas que se traspasan en cada caída, en cada soltar, en cada soltarse, en cada habitarse en un nuevo circulo concentrico en caída constante, en aceleración, en movimiento aunque este quieta.
Agujas pinchando un exterior que pide a gritos que lo miren, distraserme en vano, para espejar la misma información que me abunda. Eses sueño eterno de no estar en la realidad, de imaginar el mundo en paralelo a tu sombra. Figuras que se presentan como quienes crearon, la culpa y el invento, la historia, la internet, la moda, etc. La atención encausada por la consciencia de un mundo caótico, que es espejo de un tsunami encerrado en un jaula.
Y ahí estaba yo, mirándome a mi misma, autobservandome en ese reflejo, renovandome en cada respiro, en cada mirada que se va, en cada tilo y en cada aterrizaje nuevo. La cancha esta superpoblada, me atraviesa un sonido multifacetico, la respiración de Gaia, y los personajes que habitamos en ella, superpoblada de estructuras rumiantes, evidentemente puede con ellas, y puede con nosotrxs.

Diadema

Luciérnaga tormentosa que me envidia
esa diadema que responde al nombre del viento
como fuga que rebalsa en los adentros
una nube que demora el aguacero

en las magias que cosecha la guadaña
rompe triunfal el grito de un cien fuegos
en las marañas que revuelve mi fantasma
resuelvo al fin el cometa de este sueño

Encandilada la mente herido el esternón
puede tu lúgubre terreno envenenarme
en las tinieblas el corazón de un pecador
que aparece firmemente en este lenguaje
el simbolismo que despierta mi razón
al escucharme a 220 el desenlace


Perro que fuiste el único que entendió
viejas falanges destrozadas por la ceniza
fuerte el grito de la desaparición
que se traba cada vez que se gatilla

basta de miedo en las alturas me encuentro
y como placebo de mi autodestrucción
lo disfruto en cada viento que me amaga
entre el cordón y el abismo cruel
que embriaga mi alma de felices momentos